TODO ESTÁ BIEN
Por Myrtle Fillmore

Todos nosotros tarde o temprano llegamos a un punto en nuestro desarrollo espiritual en que no estamos ya satisfechos de continuar viviendo de la vieja manera sin el conocimiento de nuestra unidad con Dios, la Fuente de nuestro ser. Algunas veces, cuando llegamos a este punto en nuestro progreso, no sabemos al principio lo que está sucediendo. Nos sentimos inquietos e insatisfechos. Quizás tengamos experiencias que no comprendamos. Puede que hasta estemos tentados a creer que nuestro bien nos ha abandonado. Pero tan seguro como hay un Dios que es la única Presencia y el único Poder, encontramos que todo está bien, y que sólo estamos pasando de una sala a otra mayor y más iluminada.

Cuando dejamos atrás viejas circunstancias, creencias, hábitos y deseos y tratamos de comprender y comenzar una vida mejor que se abre ante nosotros y derivar bendiciones de ellas, nos llena una sensación de paz, libertad y seguridad de que todo está bien. Debemos entonces volver nuestra atención a nuestro ser interior y dedicarnos a esos pensamientos y acciones que contribuyen al equilibrio, orden, salud y éxito.

Cuando concientizamos de que somos hijos de Dios, que tenemos la capacidad y autoridad para pensar y hablar lo bueno y verdadero, y manifestarlo en relaciones armoniosas y ambientes placenteros, ya ni invitamos ni cedemos a la falta de armonía, ni a la incomprensión ni a las limitaciones. Nos entregamos a la protección de Dios y pensamos en la Verdad que nos dirige por caminos tranquilos y agradables.

Cuando pensamos en los demás como hijos de Dios, los vemos bajo una nueva luz. Comprendemos cómo están tratando de desarrollar y usar las facultades y capacidades que Dios ha implantado en ellos, y sentimos que tenemos la capacidad para hablar la Verdad por ellos, bendecirlos y ayudarlos.

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de Justicia, porque serán saciados.” (Mateos 5:6) Todos nosotros tenemos hambre y sed de justicia. Todos estamos aprendiendo a recibir lo que nos alimenta y satisface. Así, puedes regocijate en este momento porque el Espíritu Santo te bendice con todo lo que necesitas y te continuará mostrando más y más sobre la Verdad, hasta que alcances la completa conciencia del Cristo.

No te perturbes por lo que ha sucedido, o por lo que parece suceder en el momento, o por lo que viene en el futuro. Deja el pasado, el presente y el futuro en las manos de Dios. Entrégate al cuidado y guarda de Dios y sólo haz aquello que provea al Espíritu la cooperación y los materiales necesarios para lograr armonía del alma, fortaleza y salud corporal. Mantén tu mente libre de pensamientos de preocupación. Mantenlos en asuntos inmediatos, en la presencia y el poder del Espíritu.-

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